Pierre Lamaitre es un escritor galo, que comenzó su andadura pasada la cincuentena, y que es un entusiasta de la edad. Tiene cuatro años menos que yo, por cierto… Pero reivindica como pocas personas he visto la riqueza, tranquilidad y experiencia que otorga la solera de la vejez. Cuando la enorme mayoría de “insersívoros” se esfuerzan por ejercer de falsa juventud, disimular lo que son, y hacer el más patético ridículo, eso sí, jaleados y aplaudidos por un alrededor que ensalza lo que no tiene valor alguno, este autor, por el contrario, opone con fuerza y valentía el sabor y el saber de los años en las personas y la dignidad humana que eso supone, en vez de esconderse cobardemente en ello.
Yo me alineo con él absolutamente, pero ya le digo al autor de “La Cólera y el Silencio”, que tenemos la partida perdida de antemano. La sociedad actual, de la mano de la política actual, y de los regidores actuales, solo quieren esa sabiduría experiencial para arrinconarla en asilos y morideros; para aparcarla y apartarla en extraños “Hogares” jubilatorios y hacerla pasto del Inserso. Nunca, jamás, se verán en lugares de asesoría y consejo, que es donde puede rendir su experiencia… Se diría que, al sentirnos liberados por la edad, a nuestra opinión se le teme más que a Pepito Grillo. Y es posible que en eso lleven razón. Nuestra responsabilidad mira ya más al futuro que al presente, al revés que los politicastros, que están más en “su” presente que en el futuro de la gente.
Sea como fuera, este hombre suelta a quién quiera escucharlo, con una tranquilidad pasmosa, que “el cambio climático que hemos desatado acabará con nosotros”… Acto seguido, pocas líneas más adelante, confiesa ufanándose de ello: “mi única y gran ventaja es que soy viejo”. Leyéndolo, uno se va dando cuenta que aquella conocida y manida frase evangélica de “la verdad os hará libres”, encaja como calcetín usado a la dignidad del ser humano cuando cambiamos una sola y única palabra a tal máxima: en vez de “verdad” pongamos “vejez”, ya que es cierto incluso para todos aquellos que compren las mentiras que nos venden: la vejez os hará libres.
Los viejos estamos más cerca de la verdad que los jóvenes, y eso se siente cuando dejamos de engañarnos y mentirnos a nosotros mismos con las gilipolleces que nos montamos para dejar de ser lo que somos. No podemos huir de nosotros mismos por mucho empeño que pongamos. Nos traicionamos y traicionamos la evolución, aparte la ridiculez de volver a ser lo que ya fuimos sin el menor fuste… Nuestra dignidad está en nuestras vivencias, experiencias y sapiencias; no en la extravagancia de volver a hacernos lo que ya dejamos de ser. Perdónenme mis colegas, pero es lo que Lamaitre y yo pensamos.
Nosotros, todos los que vinimos y los que vinieron después, hemos hecho del círculo un circo… Naturalmente que ambos dos son redondos, circulares, que de ahí le viene el nombre al circo. Eso ya lo sabemos. Pero se puede hacer un Circo de payasos de un Círculo Instructivo, por ejemplo, de los que tanto abundaron, y no es de mi interés tomar al pié de la letra lo que abarca un mayor contenido que su extricto literal, por favor… No nos hagamos a nosotros mismos más tontos de lo que ya nos hemos convertido… El que quiera entenderme sé que lo hará, otra cosa es que nos veamos retratados y no nos guste contemplarnos.
El también autor de “Nos vemos allí arriba” expone un razonamiento inexpugnable cuando asegura que la capitalización de la experiencia acumulada no sirve para nada si no se aprovecha desde la siguiente generación… Pues dicho queda, maestro, pero nadie la está aprovechando, que yo sepa. Se ha montado un circo en el que se nos ha sacado de su círculo. Estamos en una pista fuera de pista, por si no se había dado cuenta, don Pierre. Y me va a permitir el atrevimiento de que un vulgar escribidor le diga a un señor escritor, que sí que sirve… Le sirve a usted, a mí, y a otros como nosotros, pues hemos de sumar tal experiencia de vida a la de nuestra existencia, que no es lo mismo la una que la otra.
Los más jóvenes, o menos jóvenes, que lean el final de la anterior parrafada, seguro que me soltarán, y no les culpo por ello: Ya estamos, ¿y qué puñeta significa eso?, ¿por qué hablar en clave de incógnitas?.. En esto mismo está lo que quería explicar: yo lo sé, muchos lo sabemos, nosotros lo sabemos, y si vosotros no lo sabéis es porque no queréis saberlo.. ¡Preguntadnos!.. Hablo con mis nietos, y la Historia más reciente que hemos vivido, he incluso las anteriores que hemos aprendido, y que nos han hecho ser lo que somos, hoy no la enseñan en las escuelas, ni en los institutos, ni en las universidades… Reconozco y admito que la Cultura que hoy se imparte es mucho mayor y más completa – o lo que se entienda por completa – que la que yo recibí en posguerra. Cierto. Pero también es una Cultura mucho, muchísimo, más ignorante.
Y no me pregunten si no es una contradicción senil esa. No, no lo es, y si no saben el porqué de la respuesta, es la mejor demostración de lo que estoy diciendo… Aunque tal demostración tampoco sirva de mucho, dado el barbecho en el que se siembra. Y de ahí mismo la tal cosecha.- Estamos cerrando el círculo, o quizá, de hecho ya se haya cerrado, no lo sé a ciencia cierta. Lo que sí sé, pues es lo que veo, es que se ha abierto el circo, y no me gusta lo que hay en la pista. Son gentes que no han aprendido nada de nada y tienen que repetir lo que se han negado a asumir… La Historia es tan justa como terca: se pega a las personas hasta que éstas se conviertan en humanas.
Miguel Galindo Sánchez / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com
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