Permitidme hoy compartir con vosotros una efemérides que me afecta muy afectuosamente, valga la redundancia… Es curioso, ahora que caigo: no todo lo que afecta a uno es bueno, ni positivo; también hay aspectos negativos que afectan de mala manera. Por eso es que afectuoso sí ha de venir de afecto, que no de afectar, por que si no, no se entiende. A pesar de que todo tenga la misma raíz…
Y retomando esa raíz de tal grata efemérides, es que, en este 2.022 en el que estamos, se cumplen quince años de mi espacio El Mirador desde las ondas de Radio Torre-Pacheco, 107 F.M… Es mucho tiempo citándome y juntándome con ustedes cada semana con un tema sobre la mesa. Y mucho tiempo (últimamente cada miércoles, a las 12,30 h.p.m.) con la eficaz conductora de mi programa, Micaela, y los que ya considero mis “amicompañeros” de la emisora, Teo, Pepe, Almagro… El otro día saqué cuentas: quitando los espacios de verano, navidad, patronales, etc., este “Año Quince” cumplo también la friolera de seiscientos programas temáticos desarrollados desde los micrófonos de RTP. Son muchos espacios, muchos raticos, “cascando” sobre política, temas sociales, de religión, ciencia, economía, o de cosas y casos que pasan y nos interesan más o menos… Te pones a pensar, y seiscientas semanas de sacarles un tema para charlar durante una horica, es mucha tela, ¿no?..
Es como el hilo de Ariadna, que va uno tejiendo y enrollando, y saltando de una materia a otra distinta, aunque las haya recurrentes, que sí, que claro, que por supuesto… pero que, cuando uno echa cuentas, como ahora, tiene un cacho de sí mismo esturreado en los demás… Antes, al principio, el contenido de esos programas había que pillarlos en el día a día y hora, o no se enteraban, pero hoy ya no. Ahora pasan a las redes, a Facebook, por ejemplo, y ahí quedan grabados para cuando cada cual pueda, o apetezca, aguantarme… Eso, y escuchar la radio a través del ordenador o el móvil, ha roto también la frontera de la cobertura, y me permite cambiar impresiones con gente – algunos ya amigos – que participan, por ejemplo, desde Cataluña mismo, y que ya son casi fijos en mi programa. Como muchos que repiten, más o menos regularmente, como los “huevos al gusto” del menú en cartelera, y que me acompañan, y me abrigan, y me iluminan, en cada cita de cada miércoles de cada semana…
Recuerdo el año de comienzo: 2.007, por un hecho concreto: recién se había producido la muerte de Paco Umbral… Nada que ver conmigo, naturalmente, por la sideral distancia. Sin embargo, en la oficina de Correos, aquel día, en que Teo y yo coincidimos, él me propuso hacer un remedo, pálido y patético, lo sé, del programa que, a la sazón, Umbral tenía en RNE con uno de sus artículos del ABC… Este pobre piojo mantenía una columna regular en La Opinión de entonces, y con ella probamos suerte, aún reconociendo que tal presunción podía, y casi pudo, resultar, un presuntuoso y cómico fiasco.
La cuestión es que ha pasado el tiempo desde entonces… ya digo: 15 años; 600 programas; me he jubilado de mis muchas y agobiadoras obligaciones que multiplicaba en aquella época, y que, además, me hacían felizmente difícil el cumplir con el nuevo compromiso, aunque parezca un contrasentido; y he seguido cumpliendo jubilosamente con lo que ya ha dejado de ser una obligación, una carga, para convertirse en una (bendita) distracción… Y aquí sigo, escribiendo y acudiendo cada semana a la quedada que con Vds. tengo. No debo haber caducado por aburrimiento cuando la emisora no me ha mandado al motorista con el “agradecimiento a los servicios prestados”, como hacía aquel Franco con sus colaboradores… Aunque sí que le agradecería a la entidad un certificado para la cosa del currículum, ya saben, no sea el caso que me lo pidan más allá, pues me queda muy poco de más acá.
Bromas aparte, lo cierto y verdad es que, creo entender, nos hacemos un hueco mutuo, aparentemente valioso para ambas partes: yo les lleno un pequeño hueco en su programación, y ellos me llenan otro pequeño hueco en mi vida… Si encima, ambos llenamos otros más sutiles, y valiosos, o quizá hasta entrañables, quién lo sabe, en la gente a la que la radio nos lleva, entonces, esta Efemérides que yo mismo me celebro solico, compartiéndola con los que me leen, podrá a llegar a ser incluso familiarmente cercana, y hasta satisfactoria, luego a luego…
Tampoco necesito más… Fíjense, incluso si todo este recorrido de años y cientos de programas no hubieran servido de nada a nadie; por triste que pueda parecer – y lo sería -me quedaría con la relación estrecha y de calor humano que las personas de la Radio me han brindado, y que ya he nombrado al principio de este artículo. A todas y cada una de ellas: muchas gracias… Como a todos y cada uno de los que siguen el programa, o estos escrituriales, quedo muy reconocido por mantener, enhiesta en su mástil, la bandera de la humilde cultura, y los escasos valores que yo pueda transmitiros porque otros me permiten hacerlo, claro…
Uno me sopla a la oreja que esta Efemérides, en definitiva, es una especie de hito: el lograr un número redondo de años y programas, aunque, añade, maligno: “una efemérides sin tarta y velas, no es efemérides, macho”… Muy agradecido. Pero yo más que un hito lo considero un hato. Un hato de experiencias que uno lleva a la espalda, y, aún de liviano peso, me resisto a descargarlo de mi chepa… Es un equipaje hecho de rastrojos de esperanza; con retales de ilusión; con ventoleras de “sealoquediosquiera”; con cuanto nos falta al mismo tiempo que nos sobra… Y sin más eco que el viento que va y viene; sin más camino que el aire que corre… Ustedes me comprenden, ¿no?..
“La pluma es la lengua del alma”.- (Miguel de Cervantes)
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com
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