No saben la alegría que me dá que una parroquia señera de la capital, Murcia, la de San Pedro nada menos, su párroco se llame Diendonné Ngo Alida, y sea un negro congolés de treinta años, como la copa de un pino...
Me encanta que un zagal del Congo venga a evangelizarnos a nosotros. Y que aquell Dómunt tan de la hucha del negrito haya servido para que el tal negrico venga a hacer misiones con nosotros, los que, en muchas ocasiones, los colonizábamos por la fé a la pura fuerza...
Este es el auténtico ecumenismo. Por el que luchaba mi buen y ya perdido amigo Ramón Cabrera. Por que lo demás es el mismo cuento chino de siempre...
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