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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

ECONOMÍA DE BOLSA VACÍA



De las teorías de aquel famoso y afamado economista mundial del 1.979, Adam Smitch, escuela de la que aún se aprenden sus principios hoy en día, el que más me fascina es aquel de “La Mano Invisible”, que hace actuar a la riqueza a fin de, aún involuntaria y providencialmente, paliar la pobreza… Y decía así (léaselo un par de veces, al menos), que tiene miga:

A pesar de su natural egoísmo y avaricia, aunque solo buscan su propia conveniencia, aunque el único fin que se proponen es la satisfacción de sus propios y vanos, e insaciables deseos, comparten con los pobres el fruto de todos sus progresos. Son conducidos por una mano invisible a realizar casi la misma redistribución de las cosas necesarias para la vida que habría tenido lugar si la tierra hubiera estado repartida en porciones iguales (…) y, entonces, sin pretenderlo, sin saberlo, promueven el interés de la sociedad.”

Traducido del ladino al román paladino: que las ganancias de las altas finanzas recaen, natural y misteriosamente, por su propio peso y cadencia, sobre el resto de mortales que estamos a la espera de las migajas del Olimpo… aunque yo lo diría de otra manera: la riqueza que los ricos extraen de los pobres – siempre es así – vuelve en parte a esas mismas capas desfavorecidas de dónde se ha extraído. Una forma de justicia retributiva, al fin y al cabo… Pues bien, esta teoría smitchsoniana ha estado presente en las enseñanzas de todos los economistas que se han formado en el mundo entero, como una providencia superior (si supera al propio hombre, habrá de ser divina) que hace que hasta lo que calificamos como negativo, colabore, en el fondo, y de alguna forma y manera, con el quehacer de lo positivo.

Y lo cierto es que, como punto de partida metafísico y filosófico no está mal. Ya saben ustedes: no hay mal que por bien no venga; nada hay estrictamente bueno ni estrictamente malo, etc. Eso hay que reconocerlo. Además, coñe, que nos da a los desgraciados cierta tranquilidad de ánimo al saber que hay una bendita compensación por ahí que siempre vela por nuestras necesidades, y eso nos permite mantener cierta esperanza de poseer la escudilla razonablemente servida de pienso… Ya saben, como el maná en el Éxodo del pueblo elegido. O como aquello de, tranqui, tíos, que mano invisible proveerá…

…Y yo, con el tiempo de vida que llevo digerido y dirigido, pienso que bien puede ser así en cuanto que no se nos vacía del todo la escudilla de grano, porque alguna mano se encarga de mantener los mínimos de supervivencia, pero… disculpen la comparación, igual que el criador de cerdos los alimenta para que críen bien criados, y los ceban para comérselos… o vendérselos a quien bien los pague para que bien se los coma… Miren, los ricos son ricos gracias a que desangran dosificadamente a los pobres. Dicho de otra manera: para que exista la riqueza es necesaria la pobreza, ya que le vale de masa fermentadora (el trabajo y la producción) para luego vendérsela a ellos mismos (consumo) hasta agotarles de la exigua paga que les han procurado por eso mismo. Los pobres se lo guisan, se lo comen, se lo pagan, y lo ricos solo lo cobran. De forma que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Una distribución justa acabaría tanto con la pobreza como con la riqueza.

…Ergo no puede existir la una sin la otra. Los ricos (el capital) se deja fluir con medida para crear una clase media consumidora a la que engordar para luego hincar el diente, y sacar así ciento por uno. Y así, cíclicamente , mediante programadas crisis y/o guerras, o conflictos, o lo que sea… Cuando el corral esté a punto de colapsar, vendrá un período de vacas gordas (acuérdense del prudente José) en que se cebarán los escuálidos terneros y se llenarán los graneros del faraón… Miren ustedes: a Drácula no le interesa acabar con sus víctimas, pues se moriría de hambre, o de sed, pues al fin y al cabo no nos come, si no que nos bebe. Así que siempre nos deja un poco de vinagre en el cuerpo, para reponernos y chuparnos de nuevo… Adviertan vuecencias el movimiento de circulación de capitales.

Ahí veo yo la famosa “mano invisible” de Adam Smitch, con todos los respetos habidos y por haber del que apenas enseñaron a sumar y restar, por supuesto, hacia su memoria. Nadie lo dude. Lo único es que yo no veo providencia alguna, si no intencionalidad manifiesta. Al ser humano no le basta con vivir dignamente, quiere hacerlo opíparamente, y para que le sobre tiene que hacer que a otro le falte… Para robar unos, otros han de ser esquilmados, no existe otra manera. Aquí, en este mundo, con esta sociedad, no se nos dará por añadidura, como dice la Escritura, si no por interés… Nuestro dios nos dice: “te daré uno y me devolverás tres. O si no, te lo quitaré todo, para dárselo al que más tiene”… Reconocen esta parábola, ¿no?.. Yo sí… Aunque sea de otro Evangelio.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com

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