Un equipo de juristas ha formulado la definición de un nuevo delito: el Ecocidio… Esto es: “acto ilícito o arbitrario cometido con riesgo consciente de causar daños graves, extensos o duraderos, al medio ambiente”. Y la idea, es incorporarlo al Estatuto de la Corte Penal Internacional… Ahí es nada. Casi todo el mundo – por no decir todo el mundo – estamos causando daños (más conscientes que inconscientes) al medio ambiente. Y no veo a mi alrededor que vayamos a cambiar nuestras pésimas costumbres. Desde que empezó lo de la pandemia, por ejemplo, las mascarillas de usar y tirar tapizan nuestro suelo urbano, como los perfectos cochinos que somos… Y, al igual que no ha existido policía para multar a los que no las llevaban puestas, o las llevaban mal puestas, tampoco existe para vigilar y multar a los ecoinfractores. Ya lo verán.
El otro día publicaba nuestra prensa regional que el Ministerio señala hasta cien puntos negros de contaminación y sobrexplotación tan solo que en la cuenca del Segura. No se puede ser más guarros. Un centenar de acuíferos del Segura no llegan al aprobado mínimo ecológico, mucho menos al químico. Suspendemos como los marranos aprovechados que somos. Cerdos humanos. Por eso veo bien que, si se saca adelante lo del ecocidio, se saque igual para adelante la ecopolicía que castigue con duras penas desde contaminar un rio a escupir en la calle… Porque esta es otra, no solo tiran mascarillas, mierdas y colillas, también se escupe.
Son hábitos recuperados y vueltos a activar desde que convivimos con gentes más desgraciadas y menos educadas que nosotros, que vienen a trabajar en lo que nosotros no queremos trabajar… Salgo a andar por mi pueblo, y existen barrios enteros donde las normas urbanas, estéticas e higiénicas más elementales, no se contemplan en absoluto… Y no es suya la culpa, ni mucho menos. Ellos no tienen esas normas en sus países. La culpa es de aquellos que no se molestan en vigilarlas y que están ahí para imponerlas y que las respeten… Son personas que traen consigo un estilo de vida que han de ajustar a las normativas de los países que los acogen. Nada más. Lo que pasa es que las autoridades de esos lugares hacen dejación de su responsabilidad en ello… Y dejan que se degraden los espacios sin tomar medida alguna. Por eso digo, y es una opinión personal, que el ecocidio habrá que comenzar a aplicarlo por las administraciones y edilatos antes de llegar a los ciudadanos. Vamos, creo yo…
Toda esta cuestión se basa en una toma social de conciencia. Mientras no lo consigamos, las actuaciones serán hipócritas… No hace mucho, por ejemplo, se exponían en televisión anuncios, hedonistas y decadentes, de jóvenes divirtiéndose en una playa, en ambiente alegre, festivo y despreocupado, donde se abría la bebida y el tapón se tiraba jovialmente por encima del hombro. Bien… el anuncio actual de esa misma marca de cerveza, reconvertido, es de mismo grupo juvenil desenfadado, pero esta vez sacando plásticos de la orilla de esa misma playa, con un mensaje ecológico que suena a falsete, y que después se premian a sí mismos con el consumo de esa misma cerveza… Es la adaptación del camaleón. Pero el fin que se busca es el mismo: vender el producto.
Es el negocio verde desarrollado a costa de la ecología. En las páginas verdes de los medios de comunicación, o en sus suplementos verdecológicos, copan los espacios publicitarios cantidad de empresas que ahora visten de “eco” lo que antes contaminaba, e incluso sigue contaminando. Es hacer negocio a cuenta de lo verde que te quiero verde y verde limón…Se trata de cambiar ligeramente el mantra de consume a destajo por el de clasifica la basura pero sigue consumiendo a destajo. El de insertar en las cadenas de consumo masivo oscuros puntos de reciclaje en vez de enseñar a reciclar por sí mismo… Es enviar al personal mensajes envueltos en papel verde-camuflaje-disimulo, en vez de implantar nuevos hábitos empezando por “no compres lo que no necesites”. Es lo contrario a lo que llevamos puesto, precisamente… Pero eso, no.
Y eso, no, porque entonces se termina con un consumismo desaforado que reporta enormes beneficios a las empresas globales que dominan – y contaminan (a través nuestro) – el planeta, en definitiva. Y eso no conviene. Ni a ellos, ni a nosotros, que participamos activamente del consumo voraz de productos, en “ferias y días de…” programadas al efecto, y en los que nos ponemos a prueba a ver quién compra más y se deshace de más cosas, y quién viaja más y quema más gasolina.
Así están las cosas montadas, cuando sale esto del Ecocidio… Que, óiga, a mí me parece muy bien, que sí, que fenomenal, pero que no me lo termino de creer, dada la actitud de todo el personal que formamos la sociedad. Desde los que nos mandan hasta el último de los mandados. Porque veo la aptitud de unos muy pocos frente a la actitud de unos muy muchos… y la ingente hipocresía con que actuamos. Y esto, miren ustedes, es tan falso como poner letra de samba a una música de tango.
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