Pasamos un verano negro: el turismo pierde 90.000 millones de euros y 750.000 empleos. Tras las restricciones viajeras, el sector pronostica un año nefasto, y el catastrofismo es el realismo de la hostelería....
Pero es que los contagios, desde que acabó el estado de alarma, se han multiplicado por diez, y el gran número de las infecciones tienen su origen, encima, en el ocio nocturno y diurno. O sea, al ociero jóven y menos jóven le importa un soberano pito que la economía del país se vaya a tomar por donde las cabras hacen bolas...
Pues nada... muy bien. A lo mejor hay que pensar en diversificar el modelo y no poner todos los huevos en el mismo nido, ¿no?.. Vamos, digo yo.
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