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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

DEL COMERCIO LOCAL



Me he dado cuenta – no sé ustedes – que, a estas alturas de la pandemia, existe una extraña concienciación de la Administración por el comercio local (ignoro si como extensión de lo de la hostelería, o no) en la que se pronuncia con tímidas reacciones promocionales, un tanto pasadas y arcáicas, de programitas de visitas, rehogadas en plasma regional, a comercios de la calle, artificiosos y almibarados como ellos solos. Y con una batería de anuncios institucionales en apoyo al comercio tradicional de toda la vida, si bien que con la enorme torpeza añadida de rubricar el spot con el rasgo de la sonrisa que es el logo de Amazon… precisamente. O sea, el gran enemigo del comercio urbano… Cojonudosson…

Aparentemente, se han dado cuenta a la hora que la muerte del comercio local es la muerte de los pueblos, si bien que en una muy lenta agonía… Que santa luciérnaga bendita les conserve la vista y el olfato. Porque el Cóvid está haciendo un daño añadido e irreparable a ese comercio, naturalmente, pero lo que ha estado diezmándolo inmisericordemente es la política permisiva e indiscriminadas de instalación de grandes áreas, parques comerciales y macrosuperficies sin control alguno… Y esto hace muchas décadas que ocurre, no ha venido con la pandemia… ni es la pandemia.

Digo más: los aislamientos de los pueblos han dado un frágil respiro a su comercio local, dado que sus convecinos no han podido trasladarse al macromerca de la city más próxima a pasar la tarde, y, ya de paso, comprar los calcetines, y se han dado cuenta de que en su pueblo existen comercios… El Cóvid-19, si acaso, ha servido para eso, para que el vecino haya descubierto que en la mercería de su barrio también venden calcetines, y con un trato más personalizado, y un servicio doméstico a prestar de cercanía y de ¿qué tal la familia?, o ya sabes dónde estamos pá lo que necesites… O sea, que el darse cuenta, está bien, pero la intervención ha sido desafortunada, tarde y mala, muy mala…

Pueden que quieran interpretarlo echando balones fuera, como una especie de borrón y cuenta nueva y olvidemos lo pasado… O, simplemente (que es lo que yo creo), dado que estamos en una situación tan jodida y delicada, donde, tanto a las administraciones como a los políticos se les están viendo todas las chinches de sus costuras, se están montando el numerito del “mira que yo te ayudo, ayúdame tú luego a la hora de la urna”… Pero no deja de resultar curioso que, a estas alturas del desastre, todas las alcaldías y regionales cofradías, se hayan dado cuenta de golpe que los comercios urbanos y de cercanía – no ahora, si no hace lustros - están en precario y en franca desaparición.

La prueba del algodón mágico será, pasada la pandemia, ver si estas llamadas a la concienciación ciudadana de que consuman en sus comercio locales, se mantienen en el tiempo, languidecen, o desaparecen… Ya lo veremos. La cuestión estará en si los edilatos y consejeriatos creen de verdad que los pueblos se van a la mierda sin comercios de proximidad, y que van en proporción a la importancia del pueblo; o si esto – aparte la burda incompetencia de abordarlo - es solo un postureo para pasar este mareo, y un si te ví ya no m´acuerdo; un donde dije digo ahora digo Diego… un hasta luego, Lucas.

Es que soy perro viejo y pulgoso, y no me creo lo de la miel del oso… Recuerdo cuando las administraciones y sus ciudadanos clavaron la puñalada trapera a su comercio de proximidad hace ya mucho tiempo. Con pleno conocimiento de causa, y posiblemente que también de efecto. No sé si a conciencia, o por pura ignorancia. Pero que, desde entonces, el comercio local ha ido languideciendo y muriendo, es un hecho constatable. Y que los pueblos han ido también languideciendo y muriendo desde sus propios centros, a la par, es otro hecho… Que los municipios, poco a poco, lentamente, se van empobreciendo… ustedes mismos, si es que tienen la perspectiva suficiente como para verlo. Yo la tengo, y los de mi generación, y otros, también… Pero, además, peleé y luché todas aquellas batallas, aún sabiéndolas perdidas, porque los propios a los que había que salvar eran obtusos y estaban ciegos… Así que estoy harto de cuentos, de políticas, políticos y mentiras... Embustes que solo arropan buenos sueldos a fín de mes… Pero miren, pueden intentar una cosa con sus comercios: sean más honrados, más leales, más agradecidos si quieren… Por justicia, porque lo necesitan, y aunque sea por primera vez en la historia… Aunque un descreído como yo lo dude. No saben lo que me gustaría estar equivocado.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / https://miguel2448.wixsite.com/escriburgo / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php

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