(de OndaCero) Bernard Henri Levy es un filósofo, intelectual y escritor francés de origen argelino, un par de años más joven que yo (si marco este detalle es solo para convencerme a mí mismo de que soy demasiado viejo), que allá donde ve una injusticia, un abuso, un conflicto, allí mismo que se planta a decir lo que piensa, y a molestar a quién haya que molestar, faltaría más… Ahora anda por Ucrania, terminando el documental Slava Ukraini, sobre la invasión rusa, y exponiendo su nada complicado punto de vista. Y es tan claro y simple que escuece.
Y habla del valor de un pueblo, donde sus ciudadanos mueren por defender la libertad de su país frente a mercenarios pagados por el zar absolutista y enajenado ruso, así como su derecho a ser y sentirse europeos. Y dice que no hay que “cogérsela con papel de fumar” a la hora de ayudarles en lo que pidan, tanques, aviones o lo que haga falta, pues es la eterna lucha de los derechos humanos contra la tiranía, y eso no es negociable… Y cuenta que las causas nobles deben ser apoyadas frente al absolutismo, sin terciar medida. Y critica que, mientras los europeos pongamos en duda a la misma Europa, ellos están derramando su sangre por querer serlo, y sus vecinos no los dejan. Y muchas otras cosas más que se clavan como chinchetas en cualquier occidental que tenga conciencia y la practique.
Pues bien. Precisamente por tomar ese partido, en su país, y en otros de esa misma e incomprensible Europa, le están cayendo las del pulpo de ocho tentáculos. Y le atacan. Y siembran la cizaña entre la gente (lo que demuestra la intención de sus intereses), por su egolatría, porque en sus reportajes se luce más él que Ucrania, etc… en un claro y sucio intento de silenciar al correo antes de que mucha gente escuche el mensaje del que es portador. Lo que se dice “matar al mensajero”.
Y el mensaje de fondo no es otro que proclamar y denunciar que el fascismo no murió con Hitler en el búnker de Berlín; que el fascismo se salvó y sigue vivo y coleando; que el puto fascismo está tomando posiciones en todo el mundo; que ya existen países de gobiernos claramente fascistas, así como partidos fascistas en muchas democracias; y que, en definitiva, la III Guerra Mundial no terminó con el fascismo… Y que la punta de lanza de ese populifascismo más agresivo y desafiante es la Rusia de Putin, que actúa protegida y animada por el resto del fascismo europeo y mundial. Hago la advertencia aquí que el fascismo puede ser de derechas o de izquierdas. Persiguen lo mismo. …Y entonces habla de muchas cosas y de muchos casos: de su misma Francia, de Italia, de Polonia, Brasil, incluso una gran parte de EE.UU…. También España e incluso las pocas naciones que aparentemente se salvan (por ahora) pero en los que yan han hecho guarida sus gérmenes malignos… y asegura y demuestra que todo es el mismo fascismo que hoy ataca a Europa a través de Rusia. Y cita y repasa los porquéses y los cómos, y los cuándos… …Pero, bajo mi personal punto de vista, se queda fuera lo principal de todo, bien por olvido, por despiste, o por pura obviedad: y es que todo ese fascismo lo hemos resucitado, aupado, alimentado y votado muchos millones de ciudadanos demócratas (así mismo nos creemos y llamamos). Y ese detalle creo que es el más importante de todo el tinglado que nos afecta.
El fascismo no morirá mientras la ciudadanía, usted, ese señor que nos mira, o yo mismo, no nos hayamos, o nos hayan, educado en la cultura antifascista sin fiarse en la ideología que la viste o etiqueta, pero que lo lleva implícito… Está meridianamente claro que si ya sacrificamos a millones de personas en los campos de batalla por desterrar su terrorífico régimen, y a las pocas décadas ha vuelto a surgir, es que no hemos aprendido nada. Absolutamente nada… Y antes, como ahora también, ese totalitarismo dictador ha sido entronizado de la mano que mece la cuna: la de la democracia. Gracias a los votos del ciudadanaje. Luego es la mala educación recibida la que crea la incultura de votar tiranos en vez de demócratas.
No podemos culpar a políticos, a las consecuencias de un mal gobierno, a las crisis, los desastres o la biblia en pasta de lo que luego nos viene, cuando nosotros mismos convertimos las urnas en nidos de serpientes… Ya no, una vez sabidas y experimentadas las mortales consecuencias, no podemos llamarnos a engaño. Si ocurre lo que está empezando a ocurrir, otra vez, preguntemos al espejo en el que nos miramos a qué clase de seres está reflejando. Y quiénes, entonces, son los responsables y los culpables.
Y a mí me da el olfato que seguiremos matando mensajeros como Henri Levy, que nos dice las cosas en la cara, sin disimulos ni buenas palabricas, ni engolfadas con el buen rollete de la política correcta – convertida, por cierto, en otra dictadura – que nos licúa la capacidad de pensar…. Unos, porque no les interesa para nada; otros, porque van de emboscados, fingiendo de tahúres con un as en la manga; los falsos buenistas, porque solo esperan las treinta monedas de plata en una buena “dacha”; y el resto de la mayoría, porque somos gilipollas irredentos.
Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com
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