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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

CORRUPTIO OPTIMI PESSIMA



(de AraInfo)


Hace exactamente 17 años, la Iglesia Católica Española se apropió de la Mezquita de Córdoba por treinta euros (exactamente por lo mismo que dicen que Judas vendió a Cristo), cometiendo un expolio con la manifiesta irregularidad de las inmatriculaciones, un pelotazo inmobiliario y una de las mayores operaciones fraudulentas jamás realizada en nuestro país, dada la cantidad de abusos manifiestos llevados a cabo, en esta operación concreta y en más de 40.000 bienes trincados por los obispos patrios desde 1.998 acá.


Pero con lo de Córdoba cometieron una inaudita serie de irregularidades: apropiarse de un monumento nacional del que nunca fueron propietarios, y que pertenece al erario público y artístico de todos los españoles; saltarse el Informe de Titularidad Pública pro su nulidad por el Ayuntamiento cordobés y un grupo de expertos e historiadores; aprovechamiento de un espacio interreligioso (musulmán y cristiano) unilateralmente… Hasta el presidente de la Junta Islámica Española propuso el uso conjunto y ecuménico del lugar, bajo titularidad pública, siendo rechazado con toda la católica soberbia del mundo.


Pero se dan otros agravantes: la grave mercantilización del lugar por parte del Cabildo Catedralicio de Córdoba, explotándolo turísticamente con cuantiosos ingresos, encima exentos de impuestos, pero, eso sí, quitándose de encima el mantenimiento del lugar, que se lo larga a Patrimonio Cultural del Estado soezmente; la apropiación venal de una obra declarada Patrimonio de la Humanidad; la malversación cultural realizada por el Obispo de Córdoba manipulando la vinculación de la Mezquita a la cultura islámica y de Al-Ándalus, con toda la ignorancia – o maldad – del mundo.


Ha infringido muchas más normas, disposiciones y acuerdos, pero es tan profusa la lista, que no cogería en este artículo… Lo cierto y verdad es que los rapaces de nuestra Conferencia Episcopal se saltan a su Papa: “la adoración del becerro de oro (Éxodo 32,1-35) ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo por la acumulación de bienes y riquezas”. El propio Francisco vuelve a repetir en su Exhortación Apostólica: “No a la nueva idolatría del dinero. No a un dinero que gobierna en vez de servir”… Pero su Curia, como la que oye llover. Claro que igual pasan del mismísimo Jesucristo, al que dicen vergonzosamente representar: “No podéis servir a dos amos. No podéis servir a Dios y al dinero” (Mateo 6,24).


Pero ésta “su” Iglesia – en especial la española – se apuntan a la banda de Alí Babá, no a los Evangelios que dicen seguir con sus embustes y mentiras. Que alguien se moleste en ver, por ejemplo, el lujo y tren de vida con que adoban su muelle existencia los cardenales de su curia. Escandaloso. El pecado de idolatría en el A.T. se señala con el pasaje moisético de ese Becerro de Oro al que aludía el Papa, y es justo lo actualidad de una Iglesia mal-llamada cristiana, que tiene la desfachatez de exhortar a sus creyentes a que cumplan sus dogmáticas sinrazones, mientras se enriquece abusivamente, robándole el patrimonio a la gente, sin pausa ni tregua… El proverbio latino con que me permito poner título a esta denuncia lo retrata con exactitud meridiana: Corruptio Óptima Pessima, esto es, La corrupción de los mejores es la peor de todas.


Pero lo de esta inmatriculación concreta, ha sido, con mucho, el mayor de los expolios llevado a cabo por nadie en toda la historia, bajo la falsa y fantasmal apariencia de legalidad, otorgada por una caterva de políticos amamantados por la falsa fe los unos, y apesebrados los otros, a una institución religiosa que nos está esquilmando sin conciencia alguna. Una vergüenza nacional… En el caso que nos ocupa, ni siquiera el absolutista Fernando VII osó otorgar, nunca jamás, a la Iglesia Católica, ningún título de propiedad sobre la Mezquita de Córdoba, ni señorío alguno sobre ella, por muy mezquita-catedral que se dijera que fuera entonces, y que hoy es la mezquindad de la catedral.


Luego, además, esta llamada Iglesia de Cristo (¿?) se permite escupir, insultar y despreciar a la razonada y razonable petición/ofrecimiento de Mansur Escudero, de honrar a ambas creencias en un lugar que simboliza el acercamiento y hermanamiento de dos culturas con un mismo origen: Abraham… Así que el presidente de la Conferencia Islámica Española, ofició sus ritos humildemente en la puerta de la Mezquita, mientras los “cristianos” lo hacían dentro con toda su santa e hipócrita prepotencia. Para que luego digan…


Pero aún y con todo esto, lo peor de todo… lo repeor de todos los todos, es el inexplicable y vergonzoso silencio de un Gobierno, que se dice de izquierdas y progresista, y que traga con la magnitud de tamaño expolio, robado al patrimonio cultural y artístico de todos los españoles, y que ni siquiera la propia Unesco se lo explica. Resulta tan impresentable como abominable. Ni González, ni Zapatero el melindroso, ni el chulipavo de Sánchez, que tanto pecho saca con haber mandado los huesos de Franco a su casa, han sido capaces de plantar cara y reclamar lo que es nuestro, de todos nosotros, del Estado al que dicen defender.


El silencio de estos 17 años resulta pavoroso y oscuro. Patético. Sus ministras y ministriles, socialistas y unipodestoides, se han limitado a ponerse la mantilla de diseño, besar el anillo, y genuflexionar su honor y poca vergüenza… Ni siquiera han tenido, ni tienen, la integridad y valentía de, en respuesta, poner fin a un Concordato, rendido y babeante, que no conserva ya ningún país occidental que se precie, y que se aprecie, a sí mismo. Ni siquiera la mismísima Italia.


Naturalmente, claro, si nuestro muy aguerrido Sánchez no es capaz de desconcordar a España de su sumisión al Vaticano, menos aún va a serlo para recuperar la Mezquita de Córdoba… Los tridentinos de la Conferencia Episcopal Española tienen más mando en plaza que él como de aquí a Marruecos pasando por el Sahara y vuelta. Aunque lo disimule entre los encajes de sus embustes. Por supuesto que este pobre contador de sucedidos no aspira siquiera a influir en el bufón de su corte. Ni por ahí pasó, claro. Tan solo sueño con que los que me lean y coincidan conmigo, hagan de eco y trompeta, que sean mi altavoz y voceros, y que despierten la conciencia de una gente, pasota y pasiva, que está más muerta que viva.


Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

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