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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

CONFIÉSOME, PADRE...



En pleno coronavirismo, un corresponsal afín a creyente/practicante, me comentaba el problema que hoy supone para un católico el sacramento de la confesión… Bueno, antes de seguir diré que con decir creyente es suficiente, porque si no es como decir que se llama Pepejosé. Me explico: si no es practicante no puede ser creyente, porque un sujeto que no cree en lo que practica… aunque he de reconocer que de éstos hay cientos de miles, si no millones. En fin…


Pero lo que decía, que no era plan de confesar los pecados a dos metros de distancia, y menos con un cura ya mayor y sorderas, que hay muchos así. Que se enteraba media parroquia de sus debilidades, y hasta de la penitencia impuesta, y que mire usted, padre, menuda mierda con perdón de secreto de confesión… Cierto, aunque yo creo que la Iglesia habrá solucionado eso de alguna forma, pues tiene trucos para todo bajo la manga. No sé… a lo mejor ha negociado con el Altísimo el quedar en suspenso las culpas hasta que se pueda, y así, si la casca, pues va al cielo por lo derecho. Luego, después, un aprobado general, y ya está.


Si no, yo puedo darles algunas ideas de mi propio condumio, si bien advierto que no están homologadas por la clerecía. Una es que su confesor y usted aprendan el lenguaje de los signos, y uno en una punta de los bancos y otro en el quiosco, dale que te pego. Eso sí, los sordomudos ni portar por la iglesia, a esos se les confiesa desde el balcón. Otra, puede hacerse igual pero con las banderas de marina. Requiere más habilidad, pero resulta muy lucido. A la marinería que los confiese el capellán, claro… Otra manera más sofisticada es al estilo superagente-86, o sea, se le deja caer en el confesionario la lista de pecados, con una grabación y un temporizador con cerilla: “en diez segundos este mensaje se destruirá…”, y contar con que el páter ande listo y no se chamusque los piños. No aconsejo el uso de las redes porque hay mucho pirata por ahí pescando, y un día puede encontrarse que sus “compas” balconeros le hacen palmas a usted sin saber a qué viene el homenaje… Mejor invite al cura a jugar al mus, y a la distancia adecuada, le guiña un ojo, le saca la lengua, o le hace una mueca, y él que le dé la absolución por el mismo método.


Pues no, amigo mío, no tengo ninguna solución para su prójimo próximo. Yo le diría que, si de verdad está arrepentido de sus pecados, que en su casa y en su propio interior se los confiese a sí mismo, los reconozca y los sienta, y que en diciéndoselo a su propia conciencia, a Dios mismo se lo está diciendo. Y si entre ellos hay algún agraviado, que lo llamé y le pida perdón. Eso vale también como penitencia. Y ya está. Que si cree que el cura puede perdonar con un supuesto arrepentimiento impostado, apañado vá, y si, aún arrepintiéndose sinceramente, no es capaz de perdonarse a sí mismo, entonces no hay dios que lo perdone…


Pero, claro, eso se lo diría yo, que soy un descreído, que no un ateo, que eso es otra cosa, pues por no creer tampoco creo en los ateos puros. Pero uno del clero no se lo puede decir, aunque así lo piense y así lo crea, porque es como tirarse piedras en el propio tejado de la iglesia. Si no se necesita a un tirillas, al que le ha sido dada la potestad (eso cuentan ellos) de perdonar o retener los pecados del pópulus, entonces es como abrir el melón y reconocer lo que no se está dispuesto a reconocer sin peros: que busques a Dios en tu interior, y no en ningún templo. No lo digo yo, lo dijo el divino galileo.


Y yo no discuto los sacramentos, que sacramentum significa “palabra sagrada”, y es así como llamaban los antiguos legionarios romanos a su jura de bandera, que daban su palabra de defender el lábaro, y su palabra era sagrada. Ese es el valor de la palabra dada. Lo que yo no me trago son los dogmas, por los que se somete a la gente a pasar por una jerarquía humana que se arroga a sí misma el poder de lo divino. Y todo para medrar, enriquecerse, tener ascendencia y poder sobre las personas, y vivir del cuento católico usurpando la verdad cristiana.


Así que dígale lo que guste. Esto último no lo va a admitir de buen grado, es más, se puede hasta cabrear, así que omítaselo. Solo apúntele lo primero, la mecánica, las formas, el rito, las maneras, lo externo, que es lo que cuenta para ellos… El otro día salió en la tele, que lo ví yo, cuidado, un balcón-confesionario, y desde los de enfrente, haciendo fila india, les iban pasando por una cuerda los pecados. Luego, una absolución general, y listo. Un ego te absolvo per pecatus tuus, pero con rasgueo de guitarra… ¿Qué no?.. ¡ya lo creo!, como también vi una procesión de la Virgen de las Angustias, levitando sobre la calle… Vamos, no creo haberlo soñado, óigan…


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / El Mirador / www.escriburgo.com / viernes 10,30 h. http://www.radiotorrepacheco.es/radioonline.php / próximo programa, día ______ …MISIÓN CUMPLIDA

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