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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

CONFINAR CON FINURA



Cuando esto escribo, al menos media docena de comunidades autónomas están pidiendo (otras lo ven con buenos ojos) el confinamiento domiciliario de sus ciudadanos y el cierre de actividades comerciales prescindibles, durante, al menos, un par de semanas. Están viendo que, aún con el toque de queda y toda esa parafernalia mediática, la cosa se les va de las manos. Los números de infectados, muertes y ocupación sanitaria siguen subiendo, y la sanidad pública roza el borde del colapso. Ya comenté en su día que los que se amogollonaban en las quedadas se saltarían los toques de queda para seguir quedando en otros muchos perdidos e imaginativos lugares. Desde descampados, pisos francos, naves desocupadas, locales de inescrupulosas gentes y gerentes… que facilitan el escondrijo hasta en falsos techos, como se ha llegado a ver.

Y tal que así está sucediendo. Lo que no entiendo es la tajante negativa del ministro Illa-maravilla con su “rotundamente no”. Es un político, y debería saber que en política no existe la rotundidad, y mucho menos en estado de pandemia flagrante, sangrante y delirante. Y que lo que ayer fue rotundo en no, hoy es factible, y mañana será obligatorio que sí… Y es, justamente, lo que va a pasar. Que en unas semanas, quizá días, nos vuelvan a enchironar con las salidas cantadas y las habas contadas. Y volvamos atrás en el tiempo, en el método, en el modelo y hasta en las formas. Y todo vuelva a empezar, que no a acabar…

Este hombre no ha pensado que tenemos las Navidades a tiro de piedra. Y que pintan mal, muy mal. Y que por mucha Navidad que sea, no se va a obrar ningún milagro. Tenemos asegurado el estado de alarma, la no movilidad geográfica, la mascarilla, la distancia de seguridad, la limitación del número de juntantes, y ya me dirá usted qué Misa de Gayo o qué Mesa de Uvas con un toque de queda de por medio… Demasiado para tener encima un confinamiento domiciliar. La gente se va a tirar por los balcones, como cuando el crack del 18. Eso sí, cantando villancicos y cagándose en la pandereta…

Por esto mismo creo que, aunque sea por pura y dura, y también madura, estrategia, el Gobierno y los gobernáculos nos pondrán a caldo de confinavecrem casero, casero (como el de Arguiñano) durante un par de semanas, a ver si se aplana, o se aplaza, la curva estadística y la soga hospitalaria un poco, para luego darnos un respirico, un vuelve a casa por Navidad, aunque nos suelten para poder comprar el turrón y comérnoslo junto a los retratos de los deudos y frente al espejo – o espejismo – familiar. Así que… al menos los abuelos lo tenemos claro. Algunos, por la edad, claro, se acordarán de aquel tema de Simon & Garfünkel, Homewar Bound, algo así como “vamos de camino a casa” en traducción libre…

En este caso concreto que hoy nos ocupa, tan solo que habría que añadir, antes o después, a su libre elección, un par de palabricas: “otra vez”. O sea, “de camino a casa, otra vez”… Mira por donde, una idea para regalar a los viejos como detalle alegórico por parte de hijos o nietos sensibles, para Noël o Reyes, según fe, creencia o trascendencia. Un single de este disco sería un producto de valiosa añada, un Lp de antigüedad contrastada. Muy de nuestra época. Y que viene como muy a cuento… Todos tenemos malos recuerdos de la confinación de Marzo pasado. Unos, marchando a trabajar y conservando su escaso y dudoso curro. Otros, teletrabajando desde una casa convertida en cárcel. Otros, cociéndose en un Erte a fuego lento y en su propio jugo. Otros, bajando al mercadona a comprar víveres precocinados y papel higiénico, como pidiendo escusas por salir a respirar, o incluso perdón por poder comer… todavía.

El político Illa ha negado tal posibilidad rotundamente. Dios le bendiga, pero sabe que miente. Es difícil, si no imposible, encontrar un solo profesional, un solo investigador, un solo científico de esa sanidad de la que él es ministro, que no solo lo crea probable, si no incluse lo vea conveniente… Hoy mismo, todos ellos son acérrimos partidarios de que la gente se quede en casa. Solo hay dos maneras de hacerlo: voluntariamente o por orden gubernativa. Y por eso y para eso está la política, la economía, la salud, y el tamborilero de Raphael…. Porrompompom…

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ http://miguel2448.wixsite.com/escriburgo

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