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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

CONCIENCIAS ROBADAS




Cuando se constata una guerra tan brutal, gratuita y opresora, como la desatada por Rusia contra Ucrania, y nos llega a nuestras confortables narices el fétido olor de las fauces de la Bestia, yo, al menos, me pregunto a mí mismo (no se lo preguntaré a Vds., pero si que lo comparto) si el ser humano ha evolucionado como tal humano, o aún está estancado en la Edad Media… O quizá incluso antes, hace miles de años de historia pasada. Yo tengo mis dudas, porque veo, no sin gran decepción por mi parte, que la gente, el gentío, lo que quieran o como quieran llamarlo, aún no saben ser personas con criterio propio.

No… no lo son todavía, no lo somos. La humanidad, a pesar de los siglos, sigue dividiéndose entre tiranos y soldados; entre sátrapas y sicarios; entre amos y esclavos, incluso. La mejor prueba de mi aseveración es que aún existen las guerras… Unos mandan matar, y otros matan. Así de crudo, y así de fácil. Y ya… ya sé que no es lo mismo defender tu casa que atacar al vecino, y que la raya de justificación solo reside en la estricta línea de la defensa propia. Nada más… Si acaso, en la solidaridad común de que si invaden a un vecino, mi seguridad reside en la suya, pues entonces la mía está amenazada, y defendiéndole a él igual defiendo a los míos. Pero no mucho más allá. Sin embargo, hacerlo como borregos belicosos por una bandera patriotera que me ordena atacar al vecino, y que solo se interpreta por los intereses de los señores de la guerra que me mandan, vá más allá de mis entendederas.

Los ejércitos y el “señor… sí, señor ¡!” militar y anulavoluntades nunca he podido justificarlos más allá de la portería de la finca donde vivo… El armamentismo fuera del límite razonable nunca lo he entendido tampoco; pero aún comprendo menos que las personas lo esgriman contra otras personas solo porque un déspota lo ordene. Y no puedo evitar pensar que ningún escorpión con botas de estos pueda obligar a que las tropas a su mando actúen como asesinos en contra de sus propias conciencias. Ni siquiera bajo un régimen de terror, como el que ahora ocupa Rusia. Un monstruo, aún como el propio Putin, no podría mandar fusilar a todo su ejército, si los soldados que lo forman se negaran a secundar sus tropelías. Ni siquiera los mandos, por muy paniaguados que sean del régimen. Los soldados existen para morir en vez de los generales… La dificultad reside en el adoctrinamiento, chantaje y amenazas de unos pocos sobre unos muchos, y en el temor al castigo… Eso entorpece que la conciencia personal se transforme en conciencia colectiva, y así, el mundo seguirá regido por los intereses de las oligarquías que gobiernan a través de sus marionetas políticas y verdugos militares.

El otro día, en uno de los innumerables flashes con que nos machacan los informativos (otra forma sutil de ejercer el poder mediante el manejo de la mente), observé un detalle que me redime de toda brutalidad con que se nos pastorea a diario y en cada momento: un joven soldado ruso – no tendría mucho más de 20 años – había sido capturado por las fuerzas defensivas ucranianas… Su cara era todo un desgarrador poema de dolor, sorpresa, contricción, vergüenza e infinito agradecimiento. Y lloraba como esos niños que no entienden la violencia que están viviendo… Resulta que estaban compartiendo con él los alimentos de los que ya escaseaban, con él, que era su agresor, aún siendo ellos los agredidos. Debía sentirse como el inocente asesino manipulado. Aquello en lo que nos convierten, llegado el momento.

Sus lágrimas caían de unos ojos atónitos, confundidos, enternecedores, ¡un soldado ucranio, incluso lo acariciaba consolándolo¡… ¿quiénes?, ¿dónde los amigos y dónde los enemigos?.. Y esta es la clave de todo. Si la convicción de ese soldado soviético se contagiara al resto de soldados, la ocupación y la guerra contra Ucrania terminaría en horas. El sentimiento y el convencimiento de una injusticia en un colectivo armado para cometer esa misma injusticia echaría al loco de Putin del trono de Rusia. Eso es todo. Las guerras están hechas por jóvenes que mueren por los intereses de sus jefes. Lo demás es pura mentira y parafernalia comecocos.

Por eso yo estoy convencido que a Putin solo pueden vencerlo los rusos. Y él lo sabe, y lo teme. De ahí que haya destruido la incipiente democracia y haya instaurado una dictadura que persigue la información y la libre expresión. Y que tenga una policía represora en las calles contra toda conciencia personal y libre… Es el miedo, el terror, lo que está manteniendo en pie su abusiva y prepotente guerra, pero el día en que toda esta gente salga de sus casas a plantarse; el día que no hayan cárceles para meterlos a todos; el día que sus soldados obligados a matar digan NO, se acabó lo que se daba. Eso resulta inapelable, incluso matemáticamente. Y también resulta posible, por imposible que nos parezca.

Tan solo tiene que producirse esa concienciación social en que las gentes se transformen en personas con voluntad y conciencia propias… Ya se que esto forma parte de la evolución humana. Naturalmente que sí… ¿Por qué creen que los sistemas educativos intentan erradicar la Filosofía y las Humanidades de sus planes de estudios?.. pues, sencillamente, para poder conseguir pueblos fáciles de gobernar y sobornar; elementos que no piensen por sí mismos; a los que, en algún momento se les pueda decir en nombre de una indefinible patria: “coge ese fusil, ponte ese uniforme, y ve a matar a tu vecino, a tu amigo, a tu hermano”

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ

www.escriburgo.com miguel@galindofi.com



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