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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

COMERCIO... ¿QUÉ COMERCIO?..




Viene en portada del periódico y en páginas interiores con profusión de titulares (LO-20/7): “devorado por la era digital”, otro: “el comercio tradicional no resiste ante el avance de las grandes plataformas y de Internet…”, etc., etc. Y así todo. Se pide que a esos “Amazones” se les grave con impuestos, y es que, porcentualmente, esos monstruos cierracomercios pagan cien, mil veces, menos que una tienda de cualquier calle de cualquier pueblo. Tal cual. Amazon Europe, por ejemplo, sita en Bruselas, ha pagado este año CERO euros de impuestos, aunque, por otro lado, y esto resulta sangrante, los ciudadanos nos empeñemos en engordar las andorgas del que nada y nada comparte, pero todo lo absorbe.


El paisaje urbano cambia a peor en la medida que desaparecen escaparates y se cierran locales, y no solo se destruye el ambiente, si no que también la economía de las poblaciones se resiente grandemente. Las franquicias van ocupando los cierres de persianas en las ciudades, pero apenas suponen un 10% del comercio autóctono. Las más jóvenes, y menos jóvenes, generaciones, se han incorporado masivamente a la compra on-line, y eso significa certificar el acta de defunción de un comercio tradicional que daba servicio y trabajo, sumaba empleos dignos, pagaba impuestos y colaboraba a mantener la economía local y la vida urbana… Ninguna de esas cosas hacen los gigantes de la distribución a los que nos hemos vendido tan egoísta, insolidaria e ignorantemente.


Con la pérdida del comercio tradicional de las ciudades y pueblos desaparece parte de nuestra mejor cultura”, dice la presidenta de Coremur… Ya lo sé, señora mía, pero es que, hasta que no vemos las cosas a través de nuestros insensibles sentidos, no lo captan nuestros sentimientos. Y aún y así. Yo mismo hace décadas… sí, dé-ca-das, que lo vengo escribiendo y advirtiendo, y solo he cosechado sonrisas conmiserativas, cuando no despectivas, de muchos de quienes me leen. Resulta que ahora los medios se dan cuenta, y afloran los datos, gráficos, previsiones y fotos dramáticas de cierres de miles de comercios de toda la vida, y se hacen eco de una dolorosa realidad. Es curiosa la autoceguera que nos imponemos cuando no nos conviene mirar de cara a la verdad que nosotros mismos nos hemos construído… “Se sale buscando ocio solamente, pero hay menos puestos de trabajo y más calles solitarias”, se queja un presidente de uno de los pocos Centros Comerciales Abiertos supervivientes de aquella vieja iniciativa que no supimos, o no quisimos, o desistimos, de llevar a cabo en su día, cuando yo formaba parte de una utopía que nunca llegó a ser.


…Porque lo de que “el comercio cambia al mismo ritmo que la sociedad”, es la verdad de Perogrullo de un Director General de Comercio actual, cada vez más inútil en su cargo, que se está quedando sin comercio del cual ser su director general… Es una constatación la suya que no reconoce que los cambios de una sociedad lo dictan los individuos de esa misma sociedad. Es que, la responsabilidad de esa derrota, porque es una derrota y no un avance, es de todos. Desde una Administración impotente e incompetente que hace las cosas al revés (miren el nefasto y nefando sistema de Licitaciones, por solo ejemplo), a una ciudadanía que apuñala insensible lo que luego dice echar de menos cínicamente, pasando, claro está, por los propios comerciantes que se han puesto la soga al cuello con su miopía y miraombligos seculares.


Y sé perfectamente lo que digo. Esos Centros Comerciales Abiertos se pusieron en marcha en tiempos de mi buen amigo Guillermo Herráiz, otrora Director General de Comercio de la C.A. de Murcia, y cuando yo era multipresidente de algo… La filosofía entonces era adelantarse a las grandes áreas comerciales, ya en ciernes, que se sabía iban a arrastrar a las clientelas, con acciones concretas en los mismos centros urbanos como localización de la actividad comercial. Hoy languidecen las que quedan, porque esa filosofía no se pudo establecer en su totalidad y en respuesta a lo que vino, por personalismos, insolidaridades y falta de colaboración. Otras no llegaron ni a funcionar, pues se quiso creer que solo se basaba en señalizar la zona y poner carteles, sin añadir un esfuerzo común y colectivo.


Lo de la puntilla (la venta on.line) que hoy tanto se comenta y lamenta, entre Herráiz y un servidor montamos un prototipo de respuesta con un modelo de ensayo, aquí, en mi pueblo, Torre-Pacheco, que se quiso llamar Pachecomercio. Se trataba de una herramienta que diera un servicio, a la vez, de venta por Internet, globalizado, y que hiciera frente a lo que ya se veía venir. La concienciación de la ciudadanía se confiaba a la Comunidad Autónoma y Ayuntamientos… Pero ni los comerciantes quisieron, supieron ni pudieron (¿?), ni las administraciones se molestaron un jodido ápice, ni, por supuesto, los clientes respondieron ni se interesaron un ardite…


Por eso que las campañas puntuales y locales de hoy, justificativas de la más pura y dura inacción, de colgar de las farolas cuatro cartelujos de “Compra en tu pueblo”, me suenan a reírse de un muerto… La realidad está en lo que comienzan a hacerse eco los periódicos. En esas fotos y reportajes de calles vacías y sin vida que empiezan a empobrecer nuestros pueblos y ciudades, siendo ocupadas por extranjeros que vienen a retrotraernos un comercio pobre y ruin de subsistencia… son las desastrosas consecuencias de unas causas que nacen en todos y cada uno de nosotros mismos.


Miguel Galindo Sánchez / www.escriburgo.com / miguel@galindofi.com

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