“Los habitantes de este pueblo tendremos que organizar grupos vecinales para ayudar a la vigilancia y control, y así mejorar la seguridad de nuestro pueblo (hacer grupos de whatshaps)”, por ejemplo… Es uno de los muchos twits y sueltos en Facebook suscitado por mi artículo “A quiénes me oigan…”. Yo contesté que esos grupos se formaran primero para dialogar con las autoridades políticas y policiales antes de nada… Hace ya mucho tiempo, vecinos del Parque de la Constitución se me ofrecieron voluntarios (yo ultimaba mi etapa de Juez de Paz) para vigilar el trasiego de droga que allí se daba, recogí la propuesta, añadiendo una fórmula con que hacerla viable, y la trasladé a la autoridad municipal, siendo rechazada de plano… Se desestimó por falta de garantías jurídicas, o algo parecido. Ni molestarse en estudiarla. Una especie de cubrirse las espaldas y no complicarse la vida, aún a costa del ciudadano.
Puedo entenderlo perfectamente. Las leyes son laxas, los medios escasos (¿?) – según para qué, claro – y la oposición política suele utilizar cualquier causa, cualquiera, para zancadillear al que ocupa el poder, aunque vaya en contra del interés de la ciudadanía. Vale… repito que es comprensible la prevención y las precauciones. Donde no encuentro lógica alguna es en el hecho de que las fuerzas políticas de distintas siglas no estén sólidamente unidas y sin fisuras a la hora de brindar a su pueblo la mayor seguridad ciudadana posible, en vez de aprovechar esos serios problemas para debilitar al contrario… Para eso no los votaron sus electores, o si no se lo creen, que se lo pregunten a ellos… Si quieren ganar votos, presuman que gracias a su apoyo y colaboración el pueblo es más seguro, pero no aprovechar la deficiencia para poner zancadillas. Al final, resulta que no trabajan por el pueblo, si no por ejercer la competencia… Y no es el poder lo que importa, si no la seguridad de los ciudadanos.
Y suele haber algo muy curioso en todo esto: cuando se les pide que actúen, ofreciéndose la gente a ayudar en lo posible para conseguir erradicar esa inseguridad manifiesta de la que hablamos, se ponen trabas legales y pegas sociales. De acuerdo, pero cuando un estamento oficial precisa de la “colaboración ciudadana” el algún caso concreto, bien que saben solicitarla y articular vías oportunas para ello…
Entonces, pregunto yo… ¿por qué en estos casos no se hace?. Por el párrafo con el que abro éste de hoy, la gente está predispuesta a echar una mano en el problema, y no estoy hablando de resucitar a “somatenes” algunos ni nada parecido (aunque mejor no provoquen a que el personal, harto, se vean obligado a defenderse por sí mismo, ya que nadie lo hace). Siempre será peor una explosión incontrolada de violencia racista y xenófoba, que harían pagar a justos por pecadores. Cuando las cosas se hacen mal – o no se hacen bien – los resultados suelen ser peores. Y si las causas están torcidas, los efectos no son nada buenos.
La colaboración ciudadana, bien entendida y mejor encauzada, suele dar unos buenos, si no excelentes, resultados… Y no necesariamente en los casos del “Wanted” (Se Busca), que es cuando los Chériff´s de los condados les interesa que los ciudadanos se impliquen en el cumplimiento de la ley… Lo que ocurre en estos casos, y soy consciente de ello, es que la educación y formación de la sociedad forma buena parte de esos resultados, como el ejemplo de Austria, donde todo el ciudadanaje se considera colaborador directo y espontáneo de la ley y el órden, y ayudante de la policía; o el ejemplo opuesto de nuestro país, donde escurrir el bulto, no complicarnos la vida, y largar por barrabares y esquinas es deporte nacional…
Por otro lado, este modelo insolidario resulta muy cómodo a los administradores y policeman´s… No les crea problemas, ni los meten en compromisos, ni les hacen trabajar más allá de lo estrictamente necesario por pagado. Solo cumplir con sus rutinas, y listo… Pero, cuando se da el caso que los ciudadanos ya empiezan a preguntarse en las redes qué pueden hacer ellos, la ocasión la pintan calva, y es estructurar un buen sistema colaborativo que haga de cualquier pueblo un espantadelincuentes, y no una zona atractiva para ellos, que es lo que parece que pasa aquí… Si es que, naturalmente, existe voluntad de solucionar el cada vez más preocupante problema que nos aqueja…
Una cosa es que la policía, o los que sean, pidan la colaboración ciudadana… Y otra cosa es que la pidan y ésta responda, o no… Pero que la ciudadanía sea la que pida la colaboración de su policía y/o administradores en la misma medida y consecuencia, y no se responda, es mucho más grave. Ya saben los que saben: quod pro quod, se le llama a eso… Quiten “policía”, y pongan “políticos”, si así les place, es lo mismo. Lo malo es cuando empiezan a justificarse los unos con los otros, y la casa sigue sin barrer. Y lo peor, que la escalada marque un punto de no retorno… Avisaos quedamos.
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com
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