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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

CENSURAS



(de Rebelión)


Cuando era un puñetero zagal que apenas salía de su bancal; un chiquillo que se creía Pepito Grillo, ya me entienden… cuando veía en la puerta del cine Carthago alguna cartelera que me llamaba la atención, me acercaba a la iglesia, apenas a cien metros (para que vean lo cerca que está el cielo y el infierno y la condenación de la salvación, como nos decían en catequésis), y miraba a ver la carga de pecado que arrastraba, y arrostraba, la tal película… A ver, “Mogambo”, del Clarck Gable y la Ava Gardner… ¡joer, la leche!, ná menos que 4R y con Reparos… ¿cómo es posible?..


Mi proximidad de relación con el personal del cine me permitía algunas triquiñuelas para saltarme la censura por minoría de edad… Ya en la puerta de entrada a la factoría de los sueños, como a mí me parecía el Carthago, mi buen amigo Joaquín ya me indicaba con un gesto si al patio de butacas, si no había moros en la costa, o enfilaba la escalera de “gallinero”, si, por el contrario, había riesgo de que la inquisición se dejase caer en una somera visita, cosa que, si lo hacía, arriba no se atrevía a subir, dada la pelleja del personal… Alguna vez me ventilé una película repartido en ambas ubicaciones por velados avisos en el intermedio programado de “señor expectador, aproveche este descanso y visite nuestro bar”.


Sin embargo y pese a todo, casi todas las censadas acababan en fraude. Cuando, tras una situación propicia, se acercaban cuerpos o labios, sobrevenía un fundido en negro plan apagón súbito, y aparecía la nueva escena, prístina e inmaculada, casi como dos comulgantes a punto de asunción… No obstante lo burdo y absurdo de los tijeretazos aquellos, dejaban un resquicio a la imaginación que, luego a luego, era peor lo recreado a lo capado, ya que, no solo desarrollábamos la capacidad de suponer el hilo correcto del desarrollo de la película, sino que les añadíamos fantasías mentales que, estoy seguro, no ocurrían en el guion de aquellos “Arroces Amargos”, por ejemplo, de aquella Silvana Mangano de escándalo.


Eran tan sumamente torpes en sus cortes que llegaban a convertir un caso de adulterio en un caso de incesto, sin percatarse de la barbaridad. Pero tenían la autoridad, y eso bastaba y sobraba. Una llamadica del que ostentaba el carguico, y en un plis plas una pareja de la Guardia Civil agatillada a sendos mosquetones estaban poniendo patas arriba la proyección, y llevando al calabozo a los presuntos responsables, en un tiempo en que, a priori, todos éramos culpables…En cada pueblo se nombraba un censor, que, en su caso, se adosaba al cura o al Jefe Local del Movimiento indistintamente, cuando no ejercía cualquiera de ellos directamente el guillotinaje de la cinta. Eso, si ya no venían emasculadas de antemano, naturalmente… Aquellas copias que viajaban en las traseras de las bicicletas de pueblo a pueblo estaban rigurosamente controladas.


Más sutil y efectiva es la censura que se ejerce hoy, sin embargo… Primero, utiliza el enmascaramiento de la no existencia. Ahora la censura no existe, se dice y asegura. Mentira, existe e incluso va a más; miren, observen y pregunten a todos los gobiernos locales manejados por el tándem PP-Vox y verán un rosario de vetos y prohibiciones… lo que pasa es que ahora no cortan un pasaje, sino que se cargan, vetan, prohíben, la obra completa… El siguiente paso, si los seguimos aupando en urna, será la quema pública en las plazas como autos de fe ejemplificadores. Habremos “avanzado hacia el pasado”.


Pero no nos olvidemos de vigilar la censura del polo opuesto. La “políticamente correcta” que se impone desde los inquisitoriales del otro lado del Mississippi, desde donde se quiere prohibir Lo que el Viento se Llevó; se le retocan títulos y contenidos a Ágatha Cristhie; se cuestiona a Enyd Blyton; se borran obras meritorias porque el artista “ha pecado” en principios establecidos; se persigue a todo autor que no cumpla el catecismo sin reconocerle ninguna de sus aportaciones al arte ni a la cultura… Se le ha bautizado, y creo que muy acertadamente, como “La cultura de la cancelación”… y se trata de un integrismo mucho peor, más solapado, cínico y fariseo, que aquellos moralistas más bastos que la paja de habas.


Y dando cobertura a todo esto, como una nube negra y ominosa dedicada a opacar la luz, se cierne la gran censura de las oligarquías de poder, dedicadas a embrutecer a la humanidad, a convertirla en ganado, a cortarles las vías de la iluminación y el conocimiento por los medios, sicarios y vicarios, que sean (aquí entran desde iglesias, a corporaciones políticas y económicas, pasando por el fanatismo y fundamentalismo siempre aliado a la causa)… El sistema es limpio y tajante. Ya no se usa el “me reescriba ese párrafo”, o el tachar una parte o recauchutar otra. No. Ahora se quita de en medio con una languidez funcionarial de taquilla: “ha sido cancelado”, o “no consta en nuestro índice editorial”, o “lo suyo no se ajusta a nuestra línea editorial”, o bien, “descatalogado”, sin más… Si es un autor columnista de prensa, se le aplica el sistema de cancelación- exprés, sin una sola, ni mínima, ni escueta explicación… Todo esto es la peor, por eficaz, censura que la Historia está registrando: silenciosa, certera y letal.


Previo a ello, se nos ha hecho mentalmente débiles, y se nos ha facilitados cascaruja que roer y por la que discutir. Se han instaurado las cátedras de Conciertos y Deportes, las vocalías de Festivales, que son los temas centrales de cualquier ambiente universitario (compárense temáticas con las del Siglo de Oro, o de ayer mismo)… Y luego salen “preparados”, con un par de euros en los bolsillos y sin trabajo, pero con mucho terraceo que hacer y botelloneo que cubrir, eso sí, disfrazado de festivalconcierto por cierto… Y hay generaciones de padres disformados que no sabrán encauzar a sus hijos nada más que en el hedonismo, consumismo y el tú mismo…


En este ambiente, hasta añoro aquellos entrañables censores de bigote y garrote, enseñados a morder en todo lo que les parecía chicha, sin saber que estaban pinchando en hueso… ¡ángelicos!.


MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ / info@escriburgo.com / www.escriburgo.com


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