España fue uno de los países de Europa que sufrieron con más dureza la primera ola del choque pandémico coronavírico, tanto en muertos, desbordamiento sanitario y consecuencias económicas ruinosas. Ahora estamos en la segunda ola, de rebrotes incontrolados e incontrolables, con la mayor caída del Pib de toda Europa tanto en términos reales como porcentuales, señalado por todos los países como de alto riesgo para el turismo – nuestra principal y casi única industria nacional – y, a estas alturas, ya uno se pregunta si la gestión del Gobierno ha sido todo lo aceptable que se hubiera podido esperar, o, por el contrario, ha sido más negativa que positiva, tirando a nefasta, dados los resultados… Son dudas sobradamente razonables que alimentan esta posibilidad, que ya prácticamente es manifiesta…
El manejo de los datos, por ejemplo, ha sido incomprensible, como si los responsables estatales y autonómicos solo se hubieran preocupado por salvar su posición ante el problema, más que por la solución del problema. Se falsearon cosas y casos, se mintió, se disfrazaron de consejos de expertos científicos lo que eran de expertos políticos, tardanza en las respuestas, indecisiones y contradicciones, y un estado de confusión taifeña donde cada comunidad se ha dedicado a salvar sus propios muebles en una continua y mutua zancadilla, más por razones de política que de salud… Es muy posible que el que ahora nos encontremos al borde de una emergencia que amenaza de nuevo con colapsar el sistema sanitario se deba a los dos extremos de la misma cuerda: a la mala gestión de la Administración, y a la pésima digestión de la ciudadanía, en modo alguno concienciada, ni educada ni responsabilizada de este grave problema, por mucho balconeo de postureo y posticeo…
Ahora, en estos mismos momentos, el discurso del gobierno carece de autocrítica. Tenemos la mayor caída de la economía continental y un mayor porcentaje de muertos que los burros de EE.UU. por densidad de habitantes (son números concretos). No existe un plan claro de apertura de centros escolares para el curso inmediato, todos son parches, rectificaciones sobre la marcha y conjeturas. Las consecuencias las vamos a sufrir todos, pero aún aumentarán más las brechas endémicas de desigualdad y de pobreza que sufre el país. Si no fuera por las ayudas que nos va a proporcionar la UE, los números nos ponen al borde de la quiebra, pero yo no veo un solo atisbo, ninguna señal, ni detalle, ni asomo alguno, en ningún político rector y responsable. Nos ronda la ruina, y ellos solo ponen a salvo sus suculentos sueldos…
Existe un componente de pensamiento ilusorio e incapacidad general para imaginar la catástrofe (y quizá por eso lleve razón el primer ministro holandés que va a gobernar en bicicleta), y es que nuestros gobiernos y nuestros ciudadanos están autoinducidos mutuamente – a ambos les conviene – de que las tradiciones festivas y celebracionales importan más y están por encima de cualquier pandemia. Esa es la fe totémica, la de la tribu. Si no hay dinero para armar el desenfreno público, tipo tomatina, de la harina o de la vinina, o de lo que sea, pues se hacen sucedáneos, aunque no hayan suficientes respiradores en el hospital de esa comarca… O si no se puede celebrar la semana de cualquier huertópolis, pues se convocan actos festivos y saturnales que la recambien, aunque falten los medios para terminar las obras que mitiguen los resultados de la próxima dana…O si se tiene que suspender alguna feria septembrina, pues se programan actos suplementarios, aunque luego falte el dinero para contratar rastreadores para el virus que nos come.
Y esto ya es una cuestión cultural, aunque suene a incultura profunda, genética y hasta profética. Y es lo que ha hecho de España una potencia turística, en detrimento de cualquier otra actividad sectorial y productiva, a excepción de una agroalimentaria que ya está metiendo la marcha atrás, por cierto… El país con más hostelería de Europa y quizá que del mundo. De ahí que, cuando falla la única pata que sostiene el taburete, todo el tinglado se vaya al garete, y no haya otra solución que seguir emitiendo deuda pública mientras haya alguien que nos la compre. Algún día sabremos quiénes son nuestros dueños reales, y nos etiquetarán nuestro precio real en todo el lomo…
En España, cuando existen dificultades sobrevienen desplazamientos de responsabilidades. El Estado contra las Autonomías, éstas contra el Estado; el gobierno contra los partidos de la oposición, todos los partidos contra el gobierno; los periféricos pescando en río revuelto, y haciendo ganancia de recaudadores… Y el ciudadanaje aplaudiendo este pillaje, cada cual desde su ideoleaje, o ideosolaje (léase ideología, que en este caso viene de ídolo)… Mientras tanto, nos lo pasamos añorando cohetería y morcillería, alimentando vivaslonovios, jaleando estadios vacíos y manteniendo otras idolatrías… y buscando a Willy, que, por cierto, ha sido encontrado viviendo entre los beduinos de los árabes emiratos, el pobre… Somos lo que somos porque somos como somos… ¿Dice usted que no?..
MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ
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