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Foto del escritorMiguel Galindo Sánchez

AQUELLA SUSANA...



He leído una entrevista-reportaje (o al revés) que hace El País a aquella Susana Estrada, ¿s´acuerdan?.. que asumió el rol – por nadie pase – en aquella Transición española, tan denostada por los actuales izquierdas, de ser el sex symbol de entonces para generaciones de españoles con hambre libertad y carnalidad… Hoy, a sus 72 añicos, mantiene una dignidad que para sí la quisieran muchas de las reivindicantes de antes… y de ahora. Lo único (y mucho) que hizo, en aquella época de oscurantismo, fue reivindicar el desnudo. La tetafuera.Y con un desparpajo que a muchos encantaba y a otros escandalizaba.

Asumió una figura de rebeldía, a pesar de que las “metóo” actuales la tachan de antifeminista, por usar su espléndida figura como adorno (eso es lo que alegan) y al autorefocileo machista, convirtiéndola en blanco de disparos puritanos y diana de insultos y reproches de las actuales censoras del paleolítico ilustrado… Desinhibida y descocada, fue la primera mujer – yo creo que la primera persona – en hacerse Consultora Sexual en una España repleta de ciudadanos y ciudadanas reprimidos y reprimidas. Y le importó un puñetero ovario que la clasificaran de puta nacional por romper los moldes pacatos y ruines establecidos, y que después han seguido miles de mujeres a su rebufo, y a lo que, gracias a Dios, ya nadie hace caso…

…Y el caso es que el pueblo, que empezaba a sacudirse la caspa del nacionalcatolicismo, la coronó como “mito erótico” de aquel país que emergía de cuarenta años mugrientos de una dictadora pacata, estrecha y jodedora de libertades, y con una sed tremenda de aire que respirar… Hoy, con mucho humor, y riéndose de ella misma, como entonces se reía de los demás, de todo, y con todo, un país, dice con soltura que no fue un icono, que fue un “icoño”, y añade un porsiacaso a su atrevimiento: “es broma”… Ahora desvela algo que casi nadie supo entonces: que a los 18 años ya tenía dos hijos a su cargo. Que los sacó adelante sola, sin ayuda, sin conciliación alguna, dándoles una buena crianza, educación, formación y carreras… Encarando además lo que tenía que decirles cuando, a la vuelta del colegio, sus hijos le contaban aquello que tenían que oír de compañeros, profesores y/o padres de compañeros: lo que, según ellos, era su madre… ¿Se lo imaginan?.. para mí es hasta difícil de imaginar.

Hoy, esos hijos, ya mayores, la entienden, la quieren y se enorgullecen de ella, y admiran la discreción y prudencia con que fueron educados… “Mamá va a salir desnuda en la portada de una revista”… y les explicaba el porqué lo hacía y para qué lo hacía, y no les ocultaba nada de lo que había. Sus estudios, carreras y trabajos profesionales se lo deben a su madre, dicen, y a nadie más… Lo cierto, es que me pongo a pensar en ello, y se me encoge el ombligo por tal derroche de liberalidad y generosidad bien entendidas. Reconozcámoslo.

Su amiga Emma Cohen dice de ella que “los tenía muy bien puestos” y que las feministas de entonces la clasificaban como mujer-objeto, y que de lo primero, tenía mucho, pero de lo segundo no tenía nada… De lo que se deduce que el feminismo nunca ha sido igual, y que, incluso, ha llegado a ser claramente antifeminista. Lo que pasa es que eso ni se reconoce, ni se dice, pero sí se oculta, y olvida, por el moderno colectivo de apóstoles y apóstolas del actual “movimiento”, y no añado “nacional” por respeto a la Historia.

La que fue amenazada de muerte por los Guerrilleros de Cristo Rey, dice de aquella Transición: “…la gente estaba más contenta, tuviéramos las ideas que tuviéramos. Había grupos de los extremos, sí, pero nos aceptábamos y encajábamos como manzanas en un cesto, y así hemos vivido muchos años. Ahora la gente está más enfrentada, y hay mucho más odio”… Un análisis éste, certero e inteligente, de la que se decía que estaba desprovista de inteligencia. Ve lo que muchos millones de españoles hoy no son capaces de ver ante sus propias narices.

Con éste de hoy, no estoy reivindicando el papel – aunque sí la persona – de Susana Estrada… Lo que intento llamar la atención es sobre el hecho de su dignidad, así como de la mutabilidad de los conceptos en apenas unas décadas. Las enfebrecidas portadas de las revistas de corazón y bragueta, que antes pasaban de mano en mano como cartilla de racionamiento, hoy no son nada, apenas consumo residual, y lo que entonces era el mismísimo Satanás en la piel de una bella mujer, hoy bien puede ser una liberal clarisa, profesora de moral avanzada, y el satanás ese estar en los maledicentes… No cuentan las apariencias, si no las experiencias, pero, sobre todo, las consecuencias.

MIGUEL GALINDO SÁNCHEZ www.escriburgo.com miguel@galindofi.com

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