El otro día se me quejaba, con razón, la propietaria de una cafetería-terraza: las han obligado a suprimir los periódicos para uso de su clientela, a quitar las cartas y menús de circulación y a proclamarlo memorizado y cantado, como antíguamente, así como a variar otros servicios...
Sin embargo, en fruterías y mercados sí que dejan a la gente tocar el género a la venta que ellos mismos y otros se han de comer. Si un periódico lo tocan un par de docenas de clientes, una manzana la soban un par de cientos de cesta-compras...
Son normas pensadas con el conperdón culo, desprovistas de toda lógica y sentido común. Pero, sin embargo, aceptadas por el personal. Increíble, pero cierto...
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